A más de una persona le habrá pasado que, cuando por fin se dispone a gastar esa pieza de hortaliza que se encontraba abandonada en el fondo del cajón de la nevera, al abrirla está podrida o a medio camino de estar pocha. Puede que con algunas verduras no pase nada, relativamente; pero resulta que con las berenjenas, el mal trago te lo llevas.
Su estado natural
Para empezar, su textura es diferente a la habitual. De normal puede resultar algo más dura que muchas hortalizas. Aunque su carne representa un sabor fuerte para muchos, al cocinar estos vegetales las recetas quedan deliciosas. El resultado no sería el deseado, ya que su sabor se vuelve amargo y su carne no tiene una textura agradable.
Por lo tanto, si observamos que su constitución exterior es uniforme, es decir, sin unas zonas más blandas que otras ni partes arrugadas; una piel brillante, un color intenso y una cáscara totalmente lisa, es que la berenjena se encuentra perfecta y lista para ser comida. Pero hay otros trucos para saber con seguridad que lo que estamos comprando o vamos a cocinas a continuación no está en mal estado.
Cuándo está mala
Primero hay que comprobar la parte exterior de la hortaliza. Si sobre la piel se observa que hay unas ronchas con una tonalidad marrón o más oscuras del color morado habitual, es porque seguramente esté podrida o empiece a estarlo. También hay que comprobar que sobre su cobertura la piel está bien estirada, sin fisuras ni arrugas que se producen con la oxidación.
Por otro lado, se puede comprobar su estado de maduración presionando con el dedo en la cáscara de la berenjena. Si al apoyar y retirar la extremidad sobre su piel vemos que la forma se hunde y no regresa a su posición es que su interior está malo. Si, por el contrario, apretamos y vemos que la corteza vuelve a su estado natural es que está buena. También existe la posibilidad de que no reaccione a la presión de nuestro dedo, en ese caso, si no se hundiera, es porque todavía está verde.
En la parte externa de la berenjena, su tallo también nos puede dar pistas. En su estado perfecto, el color que representa es de un verde intenso, mientras que el color marrón, verde oscuro o una tonalidad más apagada quiere decir que la hortaliza no debe tomarse.
Aun así, por si todavía quedaran dudas sobre su estado podemos abrirla directamente y mirara su interior. Cortando varias láminas muy finas comprobaremos el estado de su carne. El color claro, una textura más tierna -pero no blanda del todo- y pocas semillas significa que está en buen estado. En contra de esto, su piel se mostrará más oscura, como si estuviera oxidada, con una carne menos uniforme y más dura de lo habitual, y muchas semillas.
Mantenerla alejada del resto
Por lo tanto, según su cobertura - zonas blandas, piel poco uniforme, manchas de color oscuro, color menos intenso y brillante, y el hundimiento de algunas zonas-, su tallo más apagado y el interior oscuro podemos comprobar que la berenjena se encuentra en mal estado. Si no se observa ninguno de estos síntomas, es porque está perfecta para tomar.
Además, cuando la berenjena no está bien cocinada representa un cierto peligro para la salud. Esto pasa porque, al tomarla cruda, nos arriesgamos a que la solanina que existe dentro de ella no se elimine por completo. Al igual que pasa con las piezas de carne, es un alimento que debe tomarse cocinado para que no sea tóxico.
A pesar de todo, es una hortaliza que se comporta bastante bien. Puede durar hasta 10 días, tanto dentro como fuera de la nevera. Eso sí, es mejor mantenerla alejada del resto de las verduras, frutas u otro tipo de hortalizas, ya que su proceso de maduración se aceleraría y se pondrían malas antes de tiempo.