Seguramente, la mayoría de las personas que conoces no saben cuál es la diferencia que existe entre fecha de caducidad y de consumo preferente. En principio puede parecer algo banal, pero es importante saber en qué difieren para evitar tirar comida de forma innecesaria. De hecho, España es el séptimo país de la Unión Europea que más alimentos aptos para el consumo humano deshecha.
La mayoría de las veces el desperdicio se produce por la creencia de que, pasada la fecha que viene impresa en el envase del producto, el alimento ya no puede consumirse, por lo que se acaba trasladando de la nevera al cubo de la basura. Lejos de esto, la realidad es bien distinta y seguro que después de entender las diferencias entre fecha de caducidad y de consumo preferente te lo pensarás dos veces antes de acabar tirando la comida.
Fecha de caducidad
La fecha de caducidad indica la fecha límite en la que un alimento deja de ser seguro para el consumo humano. Es la fecha que se pone a alimentos perecederos, en los que pueden proliferar bacterias y microorganismos, como la carne, el pescado o las frutas y verduras. Siempre debe señalizarse con la cita 'fecha de caducidad' seguida de la fecha en cuestión o del lugar del envase dónde se encuentra. Pasada esta fecha, el alimento no debe consumirse porque puede presentar riesgos para la salud.
Sin embargo, si ha llegado el día de la fecha de caducidad y no está previsto consumir el alimento, sí es posible congelarlo para poder comerlo posteriormente. Así, se alargará la vida útil del producto sin que presente riesgos, siempre y cuando se descongele de forma adecuada. Siempre debe hacerse en el microondas o la nevera, nunca a temperatura ambiente, porque esto favorece el desarrollo de bacterias. Además, a la hora de cocinarlo se debe asegurar que está bien hecho por dentro y se tiene que comer en el plazo de, como mucho, un día.
Fecha de consumo preferente
Por otro lado, la fecha de consumo preferente señala un plazo de tiempo recomendado en que se debe consumir el producto para disfrutar de su máxima calidad. Es la fecha que se pone a alimentos no perecederos como las conservas, el aceite, la pasta, los embutidos, el queso, las galletas o los cereales. Esta fecha también debe indicarse siempre, pero en este caso se etiquetará con la nota 'consumir antes del...' Comer este tipo de alimentos pasada la fecha que indica el envase no supone ningún tipo de riesgo para la salud, pero pueden percibirse algunos cambios en el sabor, olor o textura que posiblemente desagraden al consumidor.
Pero existen algunos alimentos que, por la forma en la que han sido tratados o envasados, dejan de ser no perecederos en el momento en que se abren. Es lo que ocurre con la leche o algunos tipos de conservas, que aunque pueden durar mucho tiempo sin estropearse, una vez abiertos es recomendable ingerirlos pasados muy pocos días. En estos casos es muy importante seguir las instrucciones que marca el fabricante para asegurar una correcta conservación, y nunca ingerir el producto si han pasado los días que marcan las indicaciones.
Por lo tanto, se puede afirmar que la fecha de caducidad establece un tiempo límite de consumo antes de que el alimento resulte perjudicial para la salud, y la fecha de consumo preferente hace más hincapié en la calidad que puede perder el producto pasado el tiempo indicado.
Qué hacer si ha llegado la fecha
Como se ha mencionado anteriormente, si te has despistado un poco y ha llegado el día del juicio final para algún alimento de tu nevera, siempre puedes congelarlo para utilizarlo en un futuro. Pero si el descuido ha sido mayor y acabas percatándote de que han pasado varios días desde la fecha de caducidad que marca el envase, no quedará más remedio que tirar la comida.
Para evitar esto, es muy importante llevar a cabo una planificación y organización de lo que se va a comprar y programar cuándo se va a comer. Los alimentos perecederos (carne, pescado, verduras, ...) deben adquirirse s olo cuando se sepa con certeza que se van a utilizar. Por ejemplo, si tienes planeado hacer un asado, lo ideal será que te hagas con los productos que vas a necesitar el mismo día que los vas a cocinar. Otra opción es comprarlos con antelación, pero congelarlos por separado en cuanto se llegue a casa, para poder descongelar la cantidad justa cuando sea necesario.
En cambio, si ha llegado la fecha de consumo preferente, no será necesario que te deshagas del alimento, y si el bajón en su calidad se nota mucho, siempre podrás utilizarlo en algún tipo de receta. Por ejemplo, si tienes unas galletas que se han reblandecido, puedes triturarlas para hacer con ellas la base de una tarta de queso. Lo yogures que han perdido su textura cremosa también pueden usarse para hacer bizcochos y postres, y el pan blando para rallarlo y elaborar rebozados y empanados.
La posibilidades son infinitas, existiendo una receta ideal para cada tipo de alimento. Sin embargo, siempre es mejor prevenir que curar, por lo que debes conocer bien qué es lo que tienes en la despensa para evitar que la mitad de la comida acabe en el contenedor.