Los suspiros de merengue son perfectos para servir como canapé en algunas celebraciones o también como postre, ¡descubre la receta!
Receta completa
Los suspiros de merengue son una clase de dulces que resultan muy decorativos y apetecibles. Este, más que como postre habitual, es perfecto para servir como canapé en algunas celebraciones importantes. Esos sí, son tan dulces que hay que evitar comer muchos seguidos porque tienden a llenar mucho, e incluso hacerse un poco empalagosos.
Elaboración de la receta
Una vez se tengan las claras de huevo sin ninguna gota de la yema preparadas, se batirán con unas varillas. Los utensilios deben estar impecablemente limpios y nunca se puede dejar de batir, para evitar que se corte el merengue. Lo mejor es realizar este movimiento de mezcla siguiendo la misma dirección.
Cuando hayan transcurrido unos segundos y se compruebe que se empieza a montar, se añade a las claras una pizca de sal. Eso sí, se debe hacer todo ello sin dejar de batir ni perder la fuerzadel movimiento para que no se pueda cortar tampoco el merengue en los siguientes pasos.
A continuación, se vierte muy poco a poco el azúcar blanco. Cuando todo empieza a quedar bien mezclado, se añade a la masa el jugo de limón y la esencia de vainilla. Se bate hasta que se haya formado ya el merengue. Para comprobar que está en el punto ideal, lo que se puede hacer es darle la vuelta al bol y comprobar que no se derrama nada del contenido.
Después de dejar ya listo el merengue, hay que separar las cantidades de merengue que se quiera en boles. Este paso es para añadir el colorante del color con el que se vaya a servir en cada uno de ellos. Si crees que el color no es tan importante como el sabor, se pueden dejar sin pintar, aunque la presentación cambiará por completo con un toque de colorido. A la hora de mezclar el color con el merengue hay que hacerlo con ayuda de una espátula de cocina específica para postres y con cuidado, ya que si no se realiza bien podríamos echar a perder el merengue preparado y que se quedara más líquido de lo necesario.
Luego, hay que verter el contenido de cada bol en una manga pastelera. Con ayuda de esta, se va poniendo cada porción de merengue sobre la bandeja de horno que habíamos dejado preparada desde el principio. Les podemos dar la forma que más guste, aunque no se recomiendan que sean muy grandes por varias razones: primero porque tardarían más en hacerse y no sería de manera uniforme, y segundo porque serían demasiado empalagosos[.
Una vez en el horno, se calientan durante una hora. Tras este tiempo ya se puede ir empezando a comprobar. Si se despegan del papel es que ya empiezan a coger más consistencia. No es bueno aumentar el calor del horno ya que lo que se pretende es que se hagan por dentro, no que se tuesten por fuera. Se puede comprobar que por dentro no están muy blandosni tienen un acabado parecido a la masa del chicle, sino que deben estar secos, aunque tampoco duros. Aunque el tiempo es orientativo, este proceso puede incluso tardar más en algunas ocasiones. Finalmente, deja que se enfríen sobre una rejilla.
Lo mejor para preparar esta receta ayudarse de una batidora eléctrica para mezclar y conseguir el merengue
A la hora de servirlos, sobre platitos pequeños, se pueden mezclar varios colores no estridentes, para que sean más apetecibles y agradables. Por otro lado, para guardar los restantes, evita dejarlos al aire. Es mejor conservarlos en un lugar fresco -sin frío ni calor excesivo- y en un recipiente que pueda cerrarse de manera hermética para impedir que entre el aire y los reseque y los haga más duros.
Como consejo extra, a la hora de seleccionar los ingredeintes se puede elegir entre la vainilla y el jugo de limónpara que no quede tan dulce al final. También es mejorable la receta al utilizar la mitad del azúcar indicado -unos 60 gramos- en su formato blanco o normal, mientras que la restante cantidad -otros 60 gramos- serán para añadir como azúcar glas.