Receta paso a paso
- En un cazo mezcla los 900 mililitros de leche fresca entera y los 100 mililitros de nata líquida. Remueve y pon a calentar a fuego bajo.
- Cuando la mezcla comience a humear y justo antes de que rompa a hervir, retira el cazo del fuego y deja que repose hasta llegar a los 50-60ºC.
- Incorpora el yogur natural y remueve con una cuchara de plástico o de madera para que se ligue con el resto de la mezcla.
- Vierte la mezcla en un recipiente o recipientes de cristal limpios y deja que repose durante 8 horas en un lugar cálido.
- Pasado ese tiempo tendrás que comprobar que el yogur griego ha fermentado.
- Con un paño o gasa limpia cuela el yogur, colocándolo encima de otro recipiente limpio y vertiendo el yogur por encima. Poco a poco se irá colando el suero, que es el líquido que quedará dentro del recipiente.
- Cuando se haya colado por completo ya tendrás el yogur griego, que es la mezcla que ha quedado dentro del paño. Repártela en varios botes de cristal y mete en la nevera durante unas horas antes de consumirlo.
Receta completa
El yogur griego, a pesar de su nombre, no necesariamente nació en Grecia. Esto se debe a que a penas se tienen registros de los orígenes de este producto, aunque se cree que pudo llegar a través del Mediterráneo durante la Edad Antigua. Sin embargo, su nombre viene determinado por el hecho de que este yogur tuvo una aceptación muy buena en Grecia y su consumo aumentó tanto que se llegó a desarrollar una receta propia del lugar. Una de las principales características que diferencian al yogur griego del yogur tradicional es su contenido en materia grasa láctea: en el caso del griego es de un 9-10%, mientras que en el del tradicional a penas llega al 3,5%. Esto significa que el yogur griego es más completo que su primo hermano, pues cuánto mayor es el porcentaje de materia grasa láctea mejor será el desarrollo de sus bacilos. Además, el yogur griego suele presentar una textura mucho más cremosa -pues se produce con leche de cabra o de vaca a la que se le ha eliminado el suero-, un sabor más potente y su contenido en proteínas es el doble que el resto de yogures. Hacer yogur griego en casa puede sonar algo complicado, pero nada más lejos de la realidad si sigues la receta que te presentamos a continuación.
Elaboración del yogurt griego
Lo bueno de esta receta de yogur griego es que no se necesita una yogurtera para hacerlo y conseguir que tenga un sabor delicioso y esa textura cremosa que caracteriza a este tipo de lácteo. Para comenzar a prepararlo, lo primero que tendrás que hacer es poner los 900 mililitros de leche entera fresca en un cazo junto a los 100 mililitros de nata líquida. Remueve con unas varillas manuales para que se integren ambos ingredientes y luego ponlos a calentar a fuego medio.
Cuando la mezcla comience a humear y justo antes de que rompa a hervir -aproximadamente cuando llegue a los 80-85ºC-, retira del fuego para que se temple hasta los 50-60ºC. En ese momento, añade el yogur natural, que no debe ser light ni bajo en materia grasa. Remueve con una cuchara de palo o de plástico, nunca con una de metal y luego vierte la mezcla en un recipiente limpio (por ejemplo, una ensaladera de cristal) y ponlo a reposar en algún sitio cálido como el horno o un radiador. El tiempo de fermentación será de 8 horas y, pasado ese tiempo, tendrás que comprobar que está perfectamente cuajado.
Para filtrarlo, que es el siguiente paso, necesitarás un paño fino de algodón o una gasa que esté limpio que no haya sido lavado con ningún tipo de producto jabonoso, detergente o suavizante. Busca otro recipiente limpio y cúbrelo con el paño, vertiendo a continuación el yogur por encima para que poco a poco se vaya filtrando. Este proceso puede durar entre 2 y 4 horas, por lo que lo más recomendable es meterlo en la nevera mientas tanto. Una vez se haya colado por completo podrás comprobar que lo que se ha colado es el suero de la leche, mientras que encima del paño ha quedado el yogur griego que ya puedes meter en pequeños frascos para consumirlo cuando quieras. Para conservarlos, mete los yogures griegos en la nevera igual que cualquier otro producto lácteo. Además, es recomendable dejar que el yogur repose durante unas horas en la nevera antes de consumirlo.